perdida entre juguetes.
¿Cómo fue que esta pena logró vencer
las máquinas del tiempo
de las que nada escapa?
La mañana abre su ventana cielo
y me susurra: Todo lo que quisiste
se ha marchado.
Todos se han ido.
¿no es verdad que vuelves a llorar,
otra vez,
con lágrimas viejas?
Hasta la última astilla de tu caballo balancín
Ha devenido en helado puñal.
Sí, mientras todo se fue despojando en silencio,
mi alma coleccionó antiguos resplandores.
fotografías en el relicario de la memoria:
el caballo con perfume de pino
aquel que una vez talló papá bajo la tarde de un verano
la muñeca a la que siempre le faltó un ojo,
la casa de una infancia tramada con amuletos,
alquimias y secretos del este de Europa,
un jardín en el que todavía por las noches
contemplamos con mi madre -ella desde otro cielo-
las estrellas,
la puerta tranquera por la que una vez, hace ya mucho,
entró mi primer amor.
Y volveré a casa
una y otra vez,
bajo antiguos hechizos,
a rescatar a mi caballo,
a ver cómo se vuelven a erguir los rosales,
cómo se encastran de nuevo -como piezas del Rasti-
las paredes derrumbadas.
Volveré a reconquistar aquello que amé demasiado.
¿Estaré a tiempo todavía?
Porque de algo estoy segura:
mi caballo seguirá balanceándose de soledad,
partiéndose en más astillas -puñales-
hasta el infinito.
Hasta el fin del mundo.
Mariláu Sánchez.(colaboraciòn).
jueves, 23 de mayo de 2013
viernes, 3 de mayo de 2013
HONDO DESTINO
Hacía
varios días que estaba arreglando el jardín, era un extenso terreno, en parte
algo yermo, con poca vegetación rala y mustia, pero hacia el límite con la
pared medianera se extendía una maraña de enredaderas mezcla de hiedra
que trepaba por la pared, grateus y unas guías espinosas, también se adivinaban
ocultos restos de escombros e informes masas de pedruscos. Las enredaderas de a
poco las fui desentrañando a golpe de azadas, rastrillos, inclusive a golpes de
pico. Armé una pila con las enredaderas
esperando que se secaran para para darles fuego. Con pico y pala fui sacando los escombros, viejos despojos de
una construcción anterior a mi época, los restos estaban cubiertos por una
espesa capa de musgos, había restos de ladrillos de gran tamaño ligados por una
mezcla compuesta de tierra negra y rojiza, creo que la llamaban “tierra
romana”. Al desembarazar de vegetación el espacio lindero, junto a un rincón
encontré una losa rectangular que ¿quién
sabe que tapaba u ocultaba?. Como era domingo y ya atardecía decidí abandonar
la faena, y la dichosa losa. Pasé la semana enfrascado en las tareas de mi
profesión: corrector en una pequeña editorial especializada en ediciones de
bajo tiraje, y ediciones colectivas.
Al
retomar las tareas en el terreno con curiosidad e intriga ví que la losa estaba
algo desplazada del sitio y algo levantada, pero que no permitía adivinar que
ocultaba. Intenté hacer palanca con una barreta, inútil esfuerzo, no se movió
ni un centímetro. A la noche habiendo conciliado el sueño, visualizo el rincón
de la medianera con la imagen de la losa que vibraba, se levantaba y escapaba
una luminiscencia verde amarillenta acompañada de un murmullo atenuado, seguido
de un gruñido entrecortado, a continuación salía del hueco una excrecencia con
consistencia espesa. Me desperté ahogado y bañado en un sudor frío y con una
aguda puntada en la zona coxal. Me refresqué en el baño, me volví a acostar y no logré conciliar el sueño.
Cercano al amanecer me levanté y abrí la ventana, instintivamente dirigí mi
mirada hacia el inquietante rincón, la losa estaba partida y una masa espesa
como un charco de alquitrán burbujeante manaba de la abertura. Tembloroso me
vestí y salí al terreno, con cautela y no exento de temor, me acerqué al
fatídico rincón, con una rama toqué la oscura mancha que en contacto, esta
ardió, estremeciéndome me retiré.....pero algo hipnótico e intangible me
atrajo. Los trozos de la losa se apartaron, me paré a un par de pasos,
nuevamente la tracción me llevó al borde mismo del hueco, una luminosidad
reflectante me llevó a asomarme, y la superficie líquida me devolvió mi imagen,
repentinamente salió un ¿brazo humano? Y me asió del cuello arrastrándome a las
profundidades......
El tiempo transcurre inexorable, un década después, en el terreno se comenzó erigir una construcción y en un rincón del terreno se halló un pozo que al desagotarlo hallaron dos esqueletos humanos unidos por las vértebras coxales.
El tiempo transcurre inexorable, un década después, en el terreno se comenzó erigir una construcción y en un rincón del terreno se halló un pozo que al desagotarlo hallaron dos esqueletos humanos unidos por las vértebras coxales.
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