jueves, 23 de mayo de 2013

Perdida entre juguetes, Colaboración de Marilú Sánches.

perdida entre juguetes.

¿Cómo fue que esta pena logró vencer
las máquinas del tiempo
de las que nada escapa?
La mañana abre su ventana cielo
y me susurra: Todo lo que quisiste
se ha marchado.
Todos se han ido.
¿no es verdad que vuelves a llorar,
otra vez,
con lágrimas viejas?
Hasta la última astilla de tu caballo balancín
Ha devenido en helado puñal.

Sí, mientras todo se fue despojando en silencio,
mi alma coleccionó antiguos resplandores.
fotografías en el relicario de la memoria:
el caballo con perfume de pino
aquel que una vez talló papá bajo la tarde de un verano
la muñeca a la que siempre le faltó un ojo,
la casa de una infancia tramada con amuletos,
alquimias y secretos del este de Europa,
un jardín en el que todavía por las noches
contemplamos con mi madre -ella desde otro cielo-
las estrellas,
la puerta tranquera por la que una vez, hace ya mucho,
entró mi primer amor.

Y volveré a casa
una y otra vez,
bajo antiguos hechizos,
a rescatar a mi caballo,
a ver cómo se vuelven a erguir los rosales,
cómo se encastran de nuevo -como piezas del Rasti-
las paredes derrumbadas.
Volveré a reconquistar aquello que amé demasiado.
¿Estaré a tiempo todavía?
Porque de algo estoy segura:
mi caballo seguirá balanceándose de soledad,
partiéndose en más astillas -puñales-
hasta el infinito.
Hasta el fin del mundo.

Mariláu Sánchez.(colaboraciòn).


viernes, 3 de mayo de 2013


HONDO DESTINO     

         Hacía varios días que estaba arreglando el jardín, era un extenso terreno, en parte algo yermo, con poca vegetación rala y mustia, pero hacia el límite con la pared medianera se extendía una maraña de enredaderas mezcla  de hiedra  que trepaba por la pared, grateus y unas guías espinosas, también se adivinaban ocultos restos de escombros e informes masas de pedruscos. Las enredaderas de a poco las fui desentrañando a golpe de azadas, rastrillos, inclusive a golpes de pico.  Armé una pila con las enredaderas esperando que se secaran para para darles fuego. Con pico y pala  fui sacando los escombros, viejos despojos de una construcción anterior a mi época, los restos estaban cubiertos por una espesa capa de musgos, había restos de ladrillos de gran tamaño ligados por una mezcla compuesta de tierra negra y rojiza, creo que la llamaban “tierra romana”. Al desembarazar de vegetación el espacio lindero, junto a un rincón encontré una losa  rectangular que ¿quién sabe que tapaba u ocultaba?. Como era domingo y ya atardecía decidí abandonar la faena, y la dichosa losa. Pasé la semana enfrascado en las tareas de mi profesión: corrector en una pequeña editorial especializada en ediciones de bajo tiraje, y ediciones colectivas.

         Al retomar las tareas en el terreno con curiosidad e intriga ví que la losa estaba algo desplazada del sitio y algo levantada, pero que no permitía adivinar que ocultaba. Intenté hacer palanca con una barreta, inútil esfuerzo, no se movió ni un centímetro. A la noche habiendo conciliado el sueño, visualizo el rincón de la medianera con la imagen de la losa que vibraba, se levantaba y escapaba una luminiscencia verde amarillenta acompañada de un murmullo atenuado, seguido de un gruñido entrecortado, a continuación salía del hueco una excrecencia con consistencia espesa. Me desperté ahogado y bañado en un sudor frío y con una aguda puntada en la zona coxal. Me refresqué en el baño, me volví  a acostar y no logré conciliar el sueño. Cercano al amanecer  me levanté  y abrí la ventana, instintivamente dirigí mi mirada hacia el inquietante rincón, la losa estaba partida y una masa espesa como un charco de alquitrán burbujeante manaba de la abertura. Tembloroso me vestí y salí al terreno, con cautela y no exento de temor, me acerqué al fatídico rincón, con una rama toqué la oscura mancha que en contacto, esta ardió, estremeciéndome me retiré.....pero algo hipnótico e intangible me atrajo. Los trozos de la losa se apartaron, me paré a un par de pasos, nuevamente la tracción me llevó al borde mismo del hueco, una luminosidad reflectante me llevó a asomarme, y la superficie líquida me devolvió mi imagen, repentinamente salió un ¿brazo humano? Y me asió del cuello arrastrándome a las profundidades......
           El tiempo transcurre inexorable, un década después, en el terreno se comenzó  erigir una construcción y en un rincón del terreno se halló un pozo que al desagotarlo hallaron dos esqueletos humanos unidos por las vértebras coxales. 



NOCTURNO II
Votiva  efigie
gárgola rampante
en pétrea cornisa
Cuando el sol fenezca
alzarás tu vuelo
Interminable viaje
al seno del abismo
Crisol de almas
Irredentas
Sufrientes
En el tiempo quieto
Planearás al viento
Eterno
Infinito
Sereno.